Páginas

viernes, 31 de diciembre de 2010

ENANOS DEL CAOS WARHAMMER FORGE EN 2011

Ya es oficial desvelado en el Games Day de U.K
En el transcurso de este año iremos viendo la salida de nuevas y preciosas miniaturas de los hijos de hashut, la única pega es que lo van a distribuir atraves de forgeworld osea que id preparando vuestra cuenta corriente si queréis disponer de este renovado ejercito del reglamento sabemos menos solo aseguran que sera antes de que acabe el año 2011. bueno los que hemos esperado tanto tiempo por un poco mas no creo que nos pase nada ,
 bueno aquí os dejo unas fotos del espectacular trabajo.





viernes, 24 de diciembre de 2010

lunes, 20 de diciembre de 2010

CLASIFICACIÓN ENANO CAGÓN IV

Aquí os dejo la clasificación  general del IV Torneo Enano Cagón.
Ante todo nos lo pasamos muy bien y comimos de lujo, como quedamos calsificados? pues el mejor de los nuestros fue Satán que quedo en una nada despreciable 5º posición luego Monty que se  quedo en la media tabla con  Golam y posteriormente un servidor que me estrenaba y no me lleve la cuchara de madera!!! todo un logro jeje.
La organización a mi entende estuvo perfecta en todo momento muy atentos, lo único a destacar fue que se les estropeo el programa de emparejamientos y tuvieron alguna incidencia pero supieron actuar rápidamente y solucionarlo a la vieja usanza.
La gente muy maja me rencontre con muchas personas que hacia años que no veía y siguen igual de bien y de ilusionados por nuestro hobby como de costumbre, los trofeos muy currados artesanal 100% como debe ser y ese nada despreciable pernil que le dieron al vencedor, las listas exceptuando algunas como siempre me parecieron bastante bien y bueno el siguiente torneo espero que sea como mínimo como este si puede ir mejor Sigmar dira, un saludo.

sábado, 11 de diciembre de 2010

TRANSFONDO DE BANDA DE REIKLAND DE GOLAM.



El ruido de la posada había menguado cuando aquel viejo se puso a contar su historia. Marcus se sentó en la mesa con su pinta de cerveza y escuchó con atención, llevaba tiempo dando tumbos y necesitaba dinero con urgencia, así que la historia de tesoros y reliquias que contaba el viejo le interesó sobremanera.

Observó con atención al resto de la concurrencia, intentando valorar a cada uno de ellos, con el ojo experto del que había sido capitán de hombres durante muchos años. En una mesa vecina dos mugrientos duelistas vaciaban sus jarras simulando desinterés, pero se dio cuenta que no se perdían palabra de lo que decía el viejo. Parecían tipos experimentados, matones capaces de hacerte un hijo de madera con la punta de sus siempre afiladas espadas. Seguramente eran viejos conocidos del alguacil local que, apoyado en la barra, recorría a los parroquianos con su mirada dura y desprovista de emoción.

En el fondo de la habitación, tres cazadores limpiaban sus largos arcos de madera, eran tipos pobres, de esos que están acostumbrados a pasar largos días en los bosques intentando matar algo decente que llevarse a la boca y cuyo mayor tesoro era ese arco que bruñían con afán. Carne fresca para alguien desprovisto de escrúpulos y que supiera aprovechar su miseria.

Sentados junto a ellos, dos de los guardias de la ciudad comían un plato de estofado, magro salario por estar todo el día espantando bellacos y pateando las calles de la población. Parecían ignorar todo y a todos, salvo la cuchara y el plato que tenían delante, pero tampoco parecían contentos con su suerte, quizás un cambio de patrón les viniera bien, pensó Marcus.

El resto de los parroquianos no había manejado un arma en su vida, porqueros, campesinos, artesanos de diversa índole… sus ojos brillaban con avaricia pero difícilmente reunirían el coraje suficiente para abandonar la comodidad de sus hogares y el sabor del pan recién horneado, por los avatares y penurias de la aventura. Los descartó automáticamente, aunque en su fuero interno sabía que alguno de ellos los seguiría a pesar de todo, quizás aquel desarrapado que mendigaba un mendrugo cerca de la puerta de la posada, o aquel muchacho con la mirada perdida que soñaba con oro y grandes gestas. No pudo evitar una sonrisa, enterrarían a esos desgraciados antes de que se cumpliera el primer mes de estancia en Mordheim, pero siempre era conveniente llevar mucha carne de cañón, otros vendrían para relevar a los camaradas caídos, siempre era así.

Tadeus lo sacó de su ensoñación al colocar con un golpe dos nuevas jarras sobre la mesa. Colocó su corpachón en uno de los tambaleantes taburetes y brindó con él a la salud de los pardillos que les acompañarían en esta aventura.

Doce hombres sentados en el oscuro salón de la posada. Hacía rato que solo quedaban ascuas en el hogar y el silencio apenas era interrumpido por el sonido de las jarras al ser apoyadas sobre la mesa. El posadero hizo una ronda trayendo nuevas cántaras de cerveza negra, saludó con un gesto a los presentes y se retiró a la seguridad de su dormitorio, no sin antes atrancar la puerta y correr el pestillo.

Una vez a solas, Marcus retomó el hilo de sus pensamientos, estos eran los que habían quedado en la sala, tal como había previsto. Los dos espadachines, los tres cazadores, dos pardillos y, para sorpresa de la concurrencia y tranquilidad del posadero, el alguacil y sus dos guardias. Ignoraba si estos últimos se habían quedado en un gesto de pundonor, para salvaguardar la seguridad ciudadana o si, en cambio, estaban pensando cambiar de oficio. Habría que ir con cuidado, la negociación sería tensa.
-Caballeros, me presento, mi nombre es Marcus Schnell…. Capitán Marcus Schnell. He sido durante bastante tiempo oficial de los ejércitos del conde Siegfried de Reikland, pero actualmente busco nuevos horizontes, y nuevos compañeros para afrontarlos. Aquí es donde entran vuesas mercedes. Mi propuesta es sencilla, marchemos a Mordheim y hagámonos con todo el botín que seamos capaces de transportar.

El alguacil se incorporó ligeramente en su silla y dejó la jarra de cerveza suavemente sobre la mesa. Miró fijamente a Marcus mientras lo estudiaba en profundidad. No era un tipo especialmente fornido, pero despedía un aura de autoridad que seguramente era lo que le había conseguido el cargo.
-Y bien, señor capitán, ¿cómo demonios vamos a hacer eso y volver con nuestras cabezas correctamente encajadas sobre los hombros? No creo que todos esos mutantes y monstruosos seres que pululan por las calles de la ciudad de los condenados nos vayan a dejar pasearnos a nuestro antojo.
Marcus no pudo reprimir una sonrisa, así que el señor alguacil se les acababa de unir, menuda sorpresa, seguramente arrastraría también a sus dos comparsillas, lo que era doblemente beneficioso.
-Maese alguacil, déjeme presentarle a mi compañero, el sargento Tadeus Essen, camarada en los ejércitos de Reikland y … superviviente de la furia de Sigmar.

Las abiertas bocas de los presentes fueron el mejor testimonio que se podía esperar, ese era el as de su manga, su compañero había estado en las afueras de la ciudad de Mordheim cuando el cometa de dos colas golpeó con toda su furia. Sorprendentemente había sobrevivido, aunque a veces parecía más perdido en otro mundo que asentado en este, y había conseguido escapar de la ira de Sigmar y de los horrores posteriores que se produjeron en la ciudad. No es que fuera mucho, pero había paseado por sus calles antes de la hecatombe, sus conocimientos valían muchas coronas de oro, y eso era lo importante.
-Una vez solucionada esta pequeña eventualidad, creo que lo correcto es que todos nos conozcamos. Ya conocen mi nombre y el de mi compañero, sería una cortesía por su parte presentarse correctamente…